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¿Por qué dejé de leer El País?

By on jun 19, 2016 in cosas | 2 comments

Yo crecí en una de esas casas “progres” en las que entraba El País todos los días. Desde mi más tierna infancia, aprendí a buscar el “hueco” para leerme las secciones que más me interesaban. Empecé copiándome listas de ciclistas del Tour de Francia para hacer chapas y terminé leyéndome el diario de pe a pa y buscando a algunos de mis columnistas favoritos entre sus páginas: Maruja Torres, Vázquez Montalbán, Millás o incluso los “tintos de verano” de Elvira Lindo.

Esto no quiere decir que considerase que era el periódico perfecto. El diario tenía un marcado sesgo pro PSOE e incluso, dentro de éste, tomaban partido sin disimulo por las opciones que preferían. (Almunia frente a Borrell, el aparato frente a los Guerristas). Recuerdo con hilaridad las crónicas rayando la fobia a Izquierda Unida de Rodolfo Serrano donde demostraba que, cuando odias lo suficiente a un partido, que te manden a cubrir su información sólo pone en peligro tu propio sentido del ridículo.

Desde luego, merecen mención aparte Forges, El Roto y otros autores gráficos cuya obra he admirado desde que era muy pequeño y cuyo nivel siempre ha estado muy por encima del resto del periódico.

Sin embargo, hace un par de años, decidí que no iba a volver a comprar jamás ese diario y que, salvo excepciones, no iba a consultar su página web NUNCA salvo en caso de extrema necesidad.

¿Por qué?

cagadiña

En primer lugar, porque El País había dejado de ser un referente de calidad hacía mucho tiempo. Se colaban erratas, faltas de ortografía en portada y todos los contenidos respiraban una cierta “dejadez. Eso ya había convertido su lectura en internet en un ejercicio de zapping donde uno iba de cabeza a los contenidos de “calidad” escritos por gente como Segurola, Enrique González o Txetxo Yoldi y su compra en un ejercicio muy ocasional que terminaba, casi siempre, con un mosqueo notable porque el periódico no valía ni el mísero euro que costaba.

Y entonces llegó el ERE. Y con el ERE, se destapó la caja de Pandora. Que nadie me entienda mal. Entiendo que una empresa pueda necesitar despedir empleados para sobrevivir y entiendo que el ERE es la herramienta adecuada para hacerlo. Pero también entiendo que lo que amenaza la supervivencia de un periódico son los inútiles, los ignorantes y los periodistas sumisos de manguito prieto y respuesta corta, no los figuras, los rompepelotas o los que se dejan los cojones en los tribunales cada día, intentando informar de forma veraz y completa.

Pero no, en el ERE de El País se echó mucho talento fuera y se dejó mucho mediocre dentro. Y además, como demostración de cómo se garantiza la supervivencia de una gran empresa en nuestro país, la directiva permaneció prácticamente igual. Los mismos tíos que habían hundido el periódico iban a encargarse de reflotarlo y, desde luego, todo el mundo sabe que un jet privado es esencial para dirigir un periódico en España, no vaya a ser que se te cuele una tilde en portada y no encuentres vuelo para huir a las Islas Caimán.

El ERE de El País fue una metáfora de la España que nos quisieron vender la “vieja guardia progre” a nuestra generación. Esa España donde el cine se veía “en el Canal Plus” y la información venía en el “Diario Independiente de la Mañana”.

Y, sin embargo, resultó que no.

Los Cebrián y compañía son el ejemplo exacto del tipo de empresario que debe desaparecer de este país si queremos, algún día, que la CEOE deje de dar vergüenza ajena 24 horas al día, 7 días a la semana. Sujetos cuyo único mérito es arrimarse al poder y gestionar sus empresas como el culo, a la espera de que sus contactos arreglen lo que su ineptitud y sus delirios de grandeza rompen cada tres o cuatro años.

Pero es que, además, ideológicamente, son los responsables de haber convencido a toda una generación de que el liberalismo consiste en arrimarte a empresas de amiguetes,  a los focos del poder y tratar de pillar todo lo que se pueda, haciendo que se legisle todo lo posible a tu favor y puteando a la competencia hasta donde el horizonte se convierte en los Pirineos.

Personalmente, creo que ha llegado el día de que El País entienda que sus lectores envejecen día a día, mes a mes, y llegará un día en el que se les mueran todos y sólo queden los hijos de Cebrián, el infausto avión privado y una cantidad indeterminada de dinero en cuentas más o menos grisáceas.  Y no, no estoy reivindicando aquí que Unidad Editorial y El Mundo sean un referente ético (De La Razón  y ABC ni hablamos) pero sí digo que los referentes éticos de El País están muertos hace mucho tiempo y, mientras no los resuciten, servidor, ni pincha en sus enlaces, ni se lee las viñetas de Forges. ¡Y mira que las echo de menos, hostias!