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Intolerancia

By on jun 27, 2016 in cosas | 3 comments

Llevo 24 horas alucinado. Y no, no es porque siete millones de españoles hayan votado al PP y éste haya ganado 14 escaños, es porque, desde anoche, las redes sociales de mis amigos y conocidos se llenan con un mensaje unívoco: “Los votantes del PP son gilipollas”. Y me tiene alucinado porque, sinceramente, creía que compartía el mundo con gente que creía en la democracia y en el respeto a los demás, fuese cual fuese su ideología.

Los que me conocéis sabéis que a mí el PP no me gusta; no me gustan sus políticas, no me gustan sus líderes y me apesta el tufo a corrupción que desprende desde hace unos años pero, dicho esto, sus votantes tienen todo el derecho del mundo a votarles y nosotros deberíamos centrarnos más en la autocrítica que afirmar sin dudarlo que siete millones de españoles son gilipollas.

Sobre todo porque la opción a la que yo voté ni es perfecta ni se acerca a serlo. ¿Es mejor que el PP? Desde luego a mí me parece “menos mala” pero seguro que habrá quien discrepe. Su líder tiene ramalazos autoritarios (como él del PP), su organización interna deja mucho que desear y no es tan democrática como debiera (aunque lo sea más que la del PP) y su programa se compone a partes iguales de “wishful thinking” y medidas populistas cuya eficacia económica es más que dudosa (¡Caramba qué coincidencia: como él del PP!)

¿Y por qué les he votado? Porque no me gusta lo que puede hacer el PP con lo que queda del estado del bienestar ni lo que pueda pasar con la economía (sí, la economía) si esta panda de torpes siguen gobernándonos y, en contra de lo que dice el refranero, prefiero lo bueno por conocer a lo malo conocido.

Pero puedo entender perfectamente que haya alguien a quien mi opción le dé miedo, grima y hasta repelús. Incluso puede pasar que las demás opciones no le parezcan bien y termine votando al PP como “un mal menor”. Aún siendo corruptos, sí. Aún siendo unos inútiles, claro que sí. ¿Por qué no? ¿Hay algún artículo de la constitución en que se diga que hay que tener cuenta en twitter para votar? ¿O puntuar más allá del 5 en la escala ideológica?

Todos nos construimos una imagen del mundo de acuerdo con la información que recibimos acerca de él. Igual que a nosotros nos parece que “todo el mundo quiere un cambio” porque vivimos en Madrid, nos leemos en Twitter y Facebook y nos encontramos en locales de La Latina (vale, yo no pero me entendéis), a la Señora Antonia le parece que “estos chicos lo hacen bien” porque es lo que lee en el ABC, lo que se comenta en el bar de su barrio/pueblo/aldea y lo que todo el mundo le dice.

Decidir que nuestra visión del mundo es “la buena” y la de los otros “la mala” es un primer paso en una dirección muy jodida. Sobre todo cuando luego llenamos las redes sociales de mensajes exigiendo a nuestros políticos que “lleguen a acuerdos” y “se entiendan”. “Entenderse” no consiste en que los otros nos den la razón y reconozcan lo equivocadísimos que estaban: eso es una conversión religiosa y, según me cuentan los entendidos, son muy poco frecuentes.

Vale, es una exageración pero es lo único que me ha faltado leer estos días.

Vale, es una exageración pero es lo único que me ha faltado leer estos días.

“Entenderse” consiste en escuchar al otro, entender en qué puede basarse su punto de vista y tratar de llegar a acuerdos. Por eso, antes de colgar el próximo mensaje poniendo a caldo a otros desconocidos por haber votado la opción a, b o c, paraos un segundo y responded a este rápido cuestionario:

Si la respuesta a estas tres preguntas es que sí, enhorabuena, tienes un serio problema de falta de empatía y, en caso de que te interese, te diré que no me interesa un cojón participar en ningún cambio (ni político ni de ningún otro tipo) a tu lado. Sigue así y en las próximas elecciones a lo mejor el PP tiene otro millón de votos. ¡Buen trabajo!

Si, por el contrario, a alguna respondes que sí y a otras respondes que no, creo que lo que tienes es un calentón postelectoral. Te puedo entender perfectamente porque llevo toda mi puta vida votando a partidos que pierden pero, párate un segundo y mírate en el espejo: ¿De verdad con 90 diputados de unos y 80 de otros íbamos a protagonizar el megacambio de la releche e íbamos a doblegar al IBEX, la CEOE, la UE, a los bancos y hasta a los comerciales de Jazztel? ¿De verdad? ¿O en realidad íbamos a ir cambiando poquito a poquito, detalle aquí detalle allí, no sin poco esfuerzo y aspirando siempre a un proyecto a más largo plazo?

Rebaja tus expectativas, respira hondo y, si crees que ese cambio es tan urgente, sal a la calle y empieza a trabajar por él dentro de tus posibilidades, desde las siglas que te resulten más cómodas, adoptando un perro o montando en bici pero, sobre todo, no hagas de las redes sociales tu única actividad política y no hagas de la intolerancia tu bandera.